Pinot Noir: cepaje que da origen a los famosos Borgoñas Tintos franceses. A diferencia de otras variedades, no suele reproducir sus mejores virtudes fuera del terruño original. Por esa razón se lo cultiva es escasas regiones. Vinifcado en blanco, integra muchos de los vinos base para espumosos .


 

Pinot Noir de origen Francés, es una variedad de ciclo vegetativo corto y presenta ciertas dificultades para cultivarla como así también para vinificar. Es una de las tres uvas con las cuales se elaboran los mejores espumantes franceses.


En Argentina encontró en la Patagonia su clima (más templado y frío) y suelo ideal, ya que es una variedad muy propensa a las enfermedades como por ejemplo la Botrytis. Y justamente los suelos del sur argentino se caracterizan por una sanidad casi envidiable respecto a otras zonas del país.

El Alto Valle de Río Negro y San Patricio del Chañar en Neuquén han logrado excelentes varietales tintos de Pinot y es aquí donde esta variedad ha encontrado su mejor hábitat dando tintos de fuertes tonalidades a la vista, intensos aromas, una buena estructura y cuerpo en boca, lo que los hace totalmente distintos a los de La Bourgogne que se caracterizan por ser ligeros, livianos, de coloraciones más viscosas y pronunciada acidez.

En Mendoza, principalmente en el Valle de Uco y en la zona de San Rafael en el sur Mendocino, esta uva es elaborada sin contacto con el orujo para formar parte del assamblage de vinos blancos espumantes.

Hacia la región de los Altos del Río Mendoza y el sur de San Juan, donde las condiciones climáticas son más cálidas, esta variedad es menos frecuente debido a que estos climas aceleran aun más su ya corto ciclo vegetativo y es por ello que en el norte de Mendoza se cosecha a fines de Enero junto con la Chardonnay y casi exclusivamente se vinifican en blanco para los vinos base de los espumantes.

Nuestro Pinot Negro difiere bastante del Noir de Francia pero tienen algo muy en común ambos: la seducción del Pinot Noir.


PINOT NOIR

Se cree que el Pinot Noir estaría entre los primeros cepajes seleccionados por el hombre, siendo reconocido en Francia en la región de la Borgoña a partir del siglo IV, lugar también donde alcanza su mayor expresión.

Por lo gral. se presenta como una variedad poco viajera, lo que encuentra significado en la dificultad de obtener vinos de alta calidad en las diferentes regiones del mundo. Todo parece indicar que prefiere climas frescos, con buena insolación y marcadas amplitudes durante la época estival.

Aun así debido a la gran variedad de clones que se encuentran, resulta difícil obtener vinos que presenten una relación adecuada en su nariz respecto de la boca. Así como el sauv. Blanc en blancos, el Pinot Noir es en los tintos la variedad más difícil de elaborar aun en condiciones óptimas de su materia prima, por cuanto la estructura del hollejo es sumamente delicada, lo que dificulta todas las técnicas de fermentación que normalmente se aplican, debiendo extremar los cuidados en la fase de maceración, la que debe realizarse preferentemente a bajas temperaturas (por debajo de 28 ºC ).

En la Arg. ha encontrado una buena adaptación en las regiones de Tupungato, y algunas regiones de Maipú y Luján(Mza) junto a algunos resultados satisfactorios en la región del valle de Río Negro.

Podríamos agregar que dada la dificultad de obtener una gran expresión frutada, es difícil su relación con la madera, lo que sugiere una elección orientada a un blanco. Su longevidad es corta a media alcanzándose esta ultima cuando se trata de un tipo "reserve". Toda esta "desventaja" mencionada para el tinto supone una gran ventaja a la hora de vinificarlo como blanco, por lo cual es altamente codiciado para la elaboración de vinos bases de champagne, habida cuenta de que aporta mayor estructura que las bases de blanco.

Su análisis sensorial lo describe como un vino de mediana a baja intensidad colorante en donde predominan los tonos rojos violáceos. La nariz otorga matices que recuerdan a frambuesas, fresas, dulce de ciruelas, anís, vainilla y cuero cuando ha sido combinado con la madera. Se conocen también algunos Pinot que recuerdan a trufas, violetas, etc.

A la boca se presenta en armonía con sus anteriores descriptores por cuanto su estructura no es ampulosa. De riqueza tánica aceptable y moderada y sabores que recuerdan a mermelada de ciruelas, confituras, pan de campo y anís.


 

EL SABOR DEL PINOT NOIR


Filme sobre la crisis de la mediana edad, en "Entre copas" sus personajes logran conmovernos desde el principio.

Miles y la vida no se llevan muy bien que digamos. Desde que su esposa lo dejó, el hombre quedó solo y a cargo de una imposible y larguísima novela que ninguna editorial acepta. Y a cargo de sí mismo, además, un peso de depresión ambulatoria que no consigue combatir con su obsesión por los mejores vinos ni con sus clases en la secundaria ni mucho menos con las mujeres. Desde su divorcio que no logra establecer ninguna relación con personas de otro sexo. Dolor, depresión, pánico: el pobre Miles sufre de casi todo, como un primo californiano de Woody Allen.

Pero Miles también sufre de una enfermedad algo más benévola: la amistad. Entre las pocas cosas que le quedan en pie está su amigo Jack, otro tipo al que la vida no trató demasiado bien, pero que le pone el pecho a todo: un actor de telenovelas y comerciales que nunca logró mucho éxito, está a punto de casarse con una mujer a la que no está muy seguro de amar.

Nuestros dos antihéroes encaran en Entre copas una original despedida de solteros en la cual, en el auto de Jack, recorrerán los viñedos de la zona de Santa Barbara (en California se producen los mejores vinos de los EE.UU.) tratando de pasarla lo mejor posible.

Pero, claro, "pasarla bien" no es lo mismo para Miles que para Jack. El primero sueña con probar variedades de pinot noir (y evitar el merlot, ¡¡el horror!!), comer en delicados restaurantes, jugar al golf y pasear. El segundo, mucho menos pretencioso y fóbico, quiere un último grito de libertad. Traduzcamos: atracar a la primera presa femenina que se presente accesible.

El viaje de una semana de Jack y Miles será el marco para una comedia de situaciones que se va transformando en un sutil y conmovedor drama, y que —pese a sus momentos de notable humor— deja siempre un regusto melancólico, la sensación de estar frente a dos vidas a la deriva, dos personas que no logran enfrentar sus realidades y prefieren sublimarlas mediante el vino varietal y el sexo casual.

El director de La elección y Las confesiones de Schmidt vuelve a centrarse en personajes solitarios, confundidos, que no terminan de afrontar ciertas pérdidas y tampoco saben bien cómo reiniciar sus vidas. A diferencia de aquellas películas, Payne pierde aquí todo grado de misantropía o condescendencia. Más allá de reírse de sus peculiaridades, transmite un profundo amor por estos dos hombres y por las dos mujeres (las extraordinarias Virginia Madsen y Sandra Oh) que se cuelan en sus vidas provocando inesperados cambios.

Los límites de Payne que impiden que Entre copas pueda ser considerada una obra maestra tienen que ver con el uso de algunos recursos visuales algo torpes, un par de metáforas obvias (los paralelos entre la personalidad de los vinos y las personas) y un facilismo a la hora de encontrar la respuesta a los problemas de los personajes. Pero más allá de diferencias que se puedan tener con sus elecciones, es evidente que Payne jamás pierde el control ni el tono de su pequeña gran historia; y que sus personajes logran conmovernos desde el principio.

Una mención especial hay que hacer para los actores, en especial para el enorme Paul Giamatti, ignorado por los votantes del Oscar. Sólo basta ver las escenas finales del filme desarrollarse en sus ojos para entender absolutamente todo lo que está pasando por su cabeza, y las mezcladas emociones que lo atraviesan.

Un filme sobre la crisis de la mediana edad —que es también un curso veloz para futuros sommeliers—, Entre copas recuerda esas minimalistas épicas que el cine norteamericano solía ofrecer a principios de los '70 (aquellos filmes de Bob Rafelson, Mike Nichols o Hal Ashby) y que hoy sólo aparecen de tanto en tanto. En la vena de Antes del amanecer o Perdidos en Tokio , el cuarto filme de Alexander Payne demuestra que en las historias más pequeñas y elusivas se esconden los más grandes misterios y hasta algunas verdades.